Tejer nuevas velas

Me fui al puerto a pensar y a esperar el sol. Decidí nadar un rato y destruyeron el puerto. El viento soplaba fuerte y constante. Después de tanto mirar, entendí que con los restos del puerto era hora de construir un velero, así lo hice.

Ya con el velero listo y tejidas las velas, el agotamiento era evidente y un descanso era necesario. Durante la exclusividad del descanso, el viento cambiaba bruscamente de dirección y las velas volaron sin rumbo fijo.

Ahora el viento no sopla, todo permanece en calma. No hay un puerto, no hay velas, no existe el viento, solo resta escuchar y esperar el momento de tejer nuevas velas. Pero esta vez con materiales de calidad, y definitivamente asegurarlas.

Luego, solo entonces, cuando el viento sea suficientemente fuerte para dirigir el velero y las velas suficientemente amplias para resistir a este, levantaré las velas a un viaje que independientemente del viento pueda continuar y que finalmente valga la pena llevar.

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