Me vi en la necesidad de ser creativo, en la peor época posible, navidades.
Me vi con miles de cosas por hacer y solo un par de manos.
Tenía que tomar una decisión.
Abandonaba mi sueño o sacrificaba el tiempo en familia para salvarlo.
Entonces recordé que si todo es urgente, entonces nada lo es.
Era imposible que todo lo que tenía que hacer fuera parte de mi sueño.
Si así fuese, no sería un sueño, sería mi pesadilla.
Entonces internalicé algo poderoso.
Los sueños y la familia son de un ave las dos alas.