Solo bastaron tres segundos para llevarme a un viaje el cual no estaba en mis planes dar. En ese viaje, visité varias estaciones y sin duda la quinta me dejó pensando.
Bajé a toda prisa, ya que el reloj dañado me mentía sobre la hora, al igual que sobre muchas otras cosas más. Pero Dios, en su infinita sabiduría, no deja que el mal reine en absoluto, y donde hay 6 relojes que mienten, siempre hay uno que dice la verdad. Al escuchar una hora diferente de dos relojes particulares, decidí ser perspicaz.
Cuando el tiempo es incierto, en ocasiones, hay que dejarlo pasar y simplemente observarlo. Se sorprenderían lo que aprendemos cada vez que observamos, en lugar de explicarnos lo que está pasando.
Sentado en mi banca, sólo, veía un sin número de personas pasar. Niños, mujeres, hombres y hasta un perrito de un caminar peculiar. En el fondo, una canción matizada por el ruido y el caminar de las personas.
Justo al minuto 97 de mi estadía, una niña pasaba tarareando la canción de la mano de su globo rojo. Miré sus labios y la escuché sutilmente susurrando, “Voy, de nuevo, recordando lo que soy, sabiendo lo que das y lo que doy”, mientras deliberadamente soltaba su globo rojo.